Hoy regresamos a casa después de otro turno.
Con las manos marcadas por el trabajo… y el corazón lleno de dignidad.
Limpiamos lo que muchos ni siquiera quieren mirar.
Estamos allí cuando la ciudad aún duerme — o cuando ya se ha ido a descansar.
Por el bienestar, por lo colectivo, por lo que casi no se ve.
Aun así, muchas veces pasamos desapercibidos,
como si no existiéramos.
Por eso, hoy dejamos un pedido sencillo:
si algún día te cruzas con uno de nosotros, solo salúdanos.
Un simple “buenos días” puede cambiar todo nuestro día.
Somos trabajadores de la limpieza.
Y, como cualquier ser humano… también nos gusta ser vistos
