¿Qué pasaría si reuniéramos a un grupo de ratones y los colocáramos en un lugar paradisíaco, donde tuvieran todo lo que necesitaran, incluyendo comida, agua y refugio, sin enemigos naturales ni estrés psicológico ni físico?
Esta idea se le ocurrió al biólogo estadounidense John Calhoun, quien comenzó su famoso experimento en 1970. Creó un entorno espacioso y especialmente preparado, con abundante comida, agua y espacio vital. Luego, colocó allí cuatro parejas de ratones (dos machos y dos hembras), permitiéndoles comenzar su vida con total comodidad.
Al principio, los ratones se reprodujeron a un ritmo asombroso y su número aumentó de forma constante. Sin embargo, después de aproximadamente 315 días, la tasa de reproducción comenzó a disminuir significativamente. Cuando la población alcanzó aproximadamente 600 ratones, surgieron nuevas características sociales: una clara jerarquía, el aislamiento de algunos individuos y una clase a la que llamó “los miserables”.
Los ratones más grandes comenzaron a atacar a los más débiles, lo que provocó un colapso psicológico en los machos. Mientras tanto, algunas hembras abandonaron su rol de cuidadoras e incluso comenzaron a atacar a las crías de otras hembras sin motivo alguno. Con el tiempo, la tasa de mortalidad entre las crías de ratones aumentó al 100% y la tasa de natalidad se desplomó a cero. También surgieron comportamientos extraños, como la homosexualidad, el salvajismo y el canibalismo, a pesar de la abundancia de alimento.
Dos años después de comenzar el experimento, nació el último ratón, y en 1973, todos los ratones del experimento, conocidos como “Universo 25”, murieron. Aún más extraño, el experimento se repitió 25 veces, con el mismo resultado cada vez: el colapso total de la sociedad y su extinción.
Calhoun quería demostrar que las sociedades, ya fueran ratones o humanos, si se les proporcionaba todas las comodidades sin esfuerzo ni desafío, inevitablemente caerían en un colapso interno.
Dios Todopoderoso dice: “Y si Dios extendiera provisión a Sus siervos, seguramente transgredirían sobre la tierra, pero Él envía a su debido tiempo lo que Él quiere”. [Ash-Shura: 27]